Mateo no puede creerse que el dichoso asunto de la gata de Doña Asunción vaya a impedirle ejercer su profesión. Y se resiste a ello, recurriendo a un ingenioso plan urdido por Roberto.
Todo está listo para la inminente inauguración del nuevo local regentado por Nico y David, y antigua taberna de Tom. Pero, en una entrevista en la emisora local, Nico menosprecia, sin darse cuenta, al pueblo de San Martín, al ensalzar el evento que supone su nuevo restaurante en un pueblo aislado como ése. Así que nadie acude a la fiesta inaugural. La cosa no empieza bien para el De Lucía, pero Sara asegura que ella es capaz de llenarles el local.
Elena sigue intentando animar su vida sexual con Alfredo, pero éste ha dejado de verla como una mujer para considerarla una compañera venerable. El problema es que Elena lo último que quiere es que Alfredo la “respete” y teme que su relación esté en peligro. Carol le aconseja a su amiga que le pida a Alfredo que le diga guarradas, para despertar la bestia que hay en él, supuestamente.
Lorenzo intercepta en la carretera una furgoneta con una carga de material robado. El conductor se da a la fuga. Pero en lugar de dar parte, Lorenzo esconde la furgoneta. Cuando Alfredo encuentra al conductor de la furgoneta, Lorenzo teme ser descubierto, pero en lugar de eso, el conductor y Lorenzo llegan a un acuerdo: Lorenzo recibirá el 50% de las ganancias por las ventas de la mercancía y a cambio hará la vista gorda.
Lorenzo sufre un mareo en plena faena sexual con Juana, y le confiesa a ésta que sufre hipertensión pero que no quiere medicarse. Juana le obliga a tomarse las pastillas que le ha prescrito el médico. El problema es que le provocan impotencia: va a haber que elegir entre el sexo o la salud.