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Culebra y Sandra amanecen en el colegio. Han pasado allí la noche después de caer exhaustos fruto de la intensa aventura a vida o muerte que vivieron la tarde antes. Se supone que Julia tenia que haber ido a su encuentro por la noche para buscar con ellos la planta, pero nunca apareció. Sandra no puede ocultar su optimismo, sabe que la planta y, por tanto, la cura, están cada vez más cerca. Pero Culebra no termina de confiar en Julia, no se explica por qué no ha aparecido todavía y su juego de verdades y mentiras le sigue rechinando. Pero Julia aparece, tarde, pero aparece.
Rosa y Antonio amanecen con una noticia terrible: alguien les ha denunciado al Defensor del menor para quitarles la custodia de la pequeña Chelito. La sorpresa es aún más desagradable al descubrir que ha sido Tita, la archirival de Rosa, la que ha pedido la investigación. Una Rosa indignada como pocas veces, decide enfrentarse a Tita en una acaloradísima discusión que acaba de una forma un poco, digamos, repentina.
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Santiago se acerca cada vez más a Fina y le pide una cita: “¿Vienes a mi casa a cenar esta noche?”
El empleado está empezando a tener un cierto interés en su compañera de trabajo dejando a Fina un poco descolocada.