Londres, 17 de septiembre de 1951
Querida Ana,
Acabo de llegar a Londres y lo único que pienso es que no estás aquí... La ciudad es fea, no para de llover, y yo no paro de pensar que ahora mismo, si no fuera por mi padre, podríamos estar los dos juntos, en París.... Lejos de todos. Y sobre todo lejos de ellos... Lo odio tanto, Ana.... Odia tanto a mi padre... Que no creo que pueda perdonarle nunca haberme mandado aquí sin dejarme ni siquiera despedirme de ti.
El colegio es casi peor que la ciudad. Solo me dejan escribir una carta y hacer una llamada al mes.... Ayer te llamé a las Galerías, pero me pasaron directamente con mi padre, así que supongo que la próxima vez que lo intente harán lo mismo. Pero ¿sabes qué?, da igual lo que haga... Él, Gloria... o tu tío. Da igual cuanto me separen de ti, porque eso no va a hacer que deje de quererte. Y te juro que pronto voy a encontrar la manera de que podamos estar juntos...
Me da igual si tengo que hacer que me echen del colegio... Voy a hacer lo que sea para salir de aquí y estar contigo.
Pero mientras prométeme que no vas a olvidarme... Que cada vez que subas a la azotea vas a pensar en mi... Porque es lo único que me da fuerzas. Acordarme de eso... de nuestra canción y de todo lo que ha pasado este año... Porque ha sido el más feliz de mi vida... Y sé que no puede acabarse así.
Sé que piensan que no sé lo que hago... Pero sí lo sé... Y no me importa quién sea tu tío... Ni si tú eres una aprendiz o... una costurera... Él no lo entiende porque no ha sentido por nadie lo que yo siento por ti. Solo le importa el negocio, y el dinero... pero sabes que a mi eso me da igual si estamos juntos. No me importa si tengo que trabajar de recadero, o de lo que sea, para estar a tu lado... Porque sé que sería mucho más feliz. En cualquier sitio, contigo. Porque eres lo mejor que me ha pasado nunca...
Me siento solo. No tengo a nadie a quien contarle todo esto y te echo de menos todos los días. Echo de menos que me enseñes los dibujos de los trajes que vas a hacer cuando trabajes con un gran diseñador... Y me hables de Doña Blanca y de lo mal que se porta contigo... Echo de menos tu sonrisa, tus besos... Tu cara... Ni siquiera he podido traerme las fotos que me regalaste por mi cumpleaños... Pero me acuerdo de cada cosa, Ana. Voy a volverme loco de tanto recordarlo.
Escríbeme, por favor, escríbeme y dime que me estás esperando... Y que tú tampoco me vas a olvidar pase lo que pase... Que me necesitas tanto como yo a ti aunque estemos lejos. Y que vamos a vernos pronto. Porque no sé cuánto tiempo puedo estar lejos de ti.
Te quiero, Ana... Te quiero más de lo que nunca he querido a nadie.
Alberto