El estudio publicado en la web psychologytoday parte de la experiencia de una estudiante americana. Esta joven participó en el programa de su universidad que en época de exámenes permite llevar a los canes al centro educativo para ayudar a desestresar a los estudiantes. Dentro de esa actividad la joven advirtió lo tenso que se ponía su perro al recibir abrazos.

La explicación a dicha reacción es que los perros son animales de funcionamiento rápido, esto implica que en momento de estrés o amenaza su primera reacción de defensa es posibilidad de huir y no de morder. Por ello, los expertos consideran que privar a un perro de esa libertad de espacio al inmovilizarlo con el abrazo puede aumentar su ansiedad.

Los signos que evidencian que el can no lo pasa bien con un abrazo son: volver la cabeza hacia otra parte de lo que lo está molestando, poner los ojos de "media luna" que es cuando se les puede ver una parte blanca de los mismos, agachar las orejas o cuando empiezan a lamer la cara de la persona, bostezar o levantar una pata.