Eduardo no se da por vencido. En 1990 su mujer, Gloria, dio a luz en el Hospital Clínico de Granada. Pocos días después del parto, les comunicaron que había fallecido víctima de una extrañísima enfermedad hepática. Ellos sospechan que fueron víctimas de un cabiazo, que les cambiaron su hija sana, por otra agonizante.
Eduardo tiene cuatro análisis independientes que certifican que los restos exhumados no son de su hija. Ha presentado todas las pruebas ante el juzgado, pero el juez ha dado el caso por archivado. "Si en el caso de los niños de Córdoba ha bastado que tres informes contradigan a uno para que destituyan a una forense y tenga que hablar el Ministro, ¿qué puede ocurrir conmigo que tengo 6 informes que contradicen al de Toxicología?", dice Eduardo.