Se llama Marta González y durante décadas su trabajo fue imprescindible para la familia Ruiz Mateos. Delegada de Nueva Rumasa en Valencia, Marta era la encargada de buscar inversores para el entramado empresarial de la abeja. Hizo su trabajo y lo hizo bien pues llegó a captar a un centenar de nuevos inversores que pusieron 12 millones de euros en pagarés, convirtiéndose en una de las mejores comerciales del grupo. Ahora está en la calle y sin derecho a paro, pues los Ruiz Mateos nunca la dieron de alta en la Seguridad Social.
"Me siento fatal, yo también soy víctima, pues los hijos de Ruiz Mateos me han engañado", afirma. Marta responsabiliza a los hijos de todo el entramado empresarial, "eran ellos los que llevaban la responsablidad. Yo en quien confiaba era en Ruiz Mateos padre. Él ha sido una persona que ha trabajado toda su vida y que no solo hablaba con gente poderosa, también lo hacía con gente humilde".